Imagina que tu cuerpo deje de envejecer o simplemente no lo haga, que puedas vivir no años, sino siglos, que no lleguen los malestares de la edad como el dolor de rodillas, de espalda, en fin, el deterioro del cuerpo, pues eso es lo que precisamente la Dra. Cynthia Kenyon está logrando y en este artículo te platicaremos un poco sobre esta importante mujer.
Cynthia Kenyon nació en Chicago en 1954, desde muy joven descubrió su pasión cuando su madre le obsequió el libro, Biología molecular del gen, del genetista, James Watson. Se graduó en Química y Bioquímica en la Universidad de Georgia en 1976, poco después obtuvo su doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1981 y, por si fuera poco, estudió un posdoctorado en Cambridge, así que se nota su pasión, además de su compromiso con su estudio.
Ahora, ¿qué es exactamente lo Kenyon ha hecho en el campo de la ciencia respecto al envejecimiento? Descubrió que este está sujeto a control, es decir, que el cuerpo humano está programado para experimentarlo, entonces por la misma razón, es posible desprogramarlo para prolongar el tiempo de senescencia. Lo supo en 1981 cuando descubrió los mecanismos reparadores del ADN en el MIT. Luego, en 1993, encontró que al mutar un solo gen se podía extender la esperanza de vida, no solo a años, sino a siglos y en buenas condiciones físicas. A este lo apodaron “el gen de la muerte”.
Tanto su dedicación como sus importantes hallazgos le han valido diferentes tipos de reconocimientos, como ser nombrada vicepresidenta de Investigaciones del Envejecimiento de Calico (California Life Company), es miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de EE. UU, la Academia de Artes y Ciencias. En cuanto a galardones ha recibido el Premio Rey Faisal de Medicina; el Premio Asociación Americana de Colegios Médicos; además del premio por logros excepcionales, Premio Ilse and Helmut Wachter.
Cynthia Kenyon demuestra que la perseverancia, el estudio, la pasión y la dedicación nos pueden llevar muy lejos, sin duda hay mujeres admirables en la ciencia, solo falta difundir sus historias.
Fuentes:
