“Si obedeces todas las reglas, falta toda la diversión”.
AUDREY HEPBURN
A finales del XIX y principios del XX la moda femenina experimentó una importante evolución, pues las prendas ya no eran rígidas, ni tenían que moldear el cuerpo de cierta forma, al contrario, el material se debía adaptar a la silueta como una segunda piel, así lo declaró la diseñadora de alta costura francesa, Madeleine Vionnet o como también se la conoce, «La arquitecta de la moda«, por su dedicación al estudio del corte y la silueta. Madeleine fue una destacada diseñadora del siglo XX que contribuyó a liberar a las mujeres del yugo de la ropa tiesa con sus ideas, las cuales plasmó en diseños controversiales, así como innovadores.
Madeleine nació en 1876 en un pequeño pueblo de la región del Loira, Francia, a los 12 años aprendió a coser, a los 18 se casó, tuvo un hijo que murió a los pocos meses y posteriormente abandonó a su marido para huir a Londres. En tierras inglesas trabajó con la modista Keit O’ Reilly, quien surtía a la familia real inglesa, asimismo conoció a Isadora Duncan, excéntrica y disruptiva bailarina quien revolucionó el mundo del ballet al danzar descalza, con túnicas sueltas, lo que reflejaba una liberación tanto del cuerpo como de la expresión femenina. Tal parece que este encuentro es uno de los eventos que perfila el quehacer de Vionnet, puesto que en sus diseños se dedicó a dejar fluir sus prendas con el cuerpo, respetando los contornos.
En 1912 decidió iniciar su atelier propio, en 222 de la Rue Rivoli de París, ahí se dedicó a dar a las mujeres de la época diseños pensados desde una perspectiva común, no por hombres que en realidad no se preocupaban más que por vestir de acuerdo a la posición social, ya que las mujeres aún eran como un accesorio más en muchos casos. Llamó a su taller Maison Vionnet y fue ahí donde aplicó el corte al bies, que es una técnica la cual consiste en utilizar el tejido en sentido diagonal, en un ángulo de 45°, lo que hace que el tejido gane elasticidad, así se adhiere a las curvas naturales del cuerpo femenino, permitiendo crear prendas sensuales, fluidas, además de cómodas, al estilo griego.
Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial tuvo que cerrar su negocio, no obstante, reabrió su templo de la moda en 1923 en la Avenue Montaigne, época en la que experimentó su máxima fama, pues su deseo de liberar los cuerpos femeninos se hizo eco en el mundo. Después de esta guerra, Madeleine en conjunto con Ernesto Michahelles creó el logotipo de la Maison Vionnet, una figura con una túnica griega insertada en un círculo colocado sobre una columna dórica, no con fines económicos, sino porque, ella como mujer muy creativa, era celosa de sus creaciones, así que decidió defenderlas de cualquier intento de falsificación, ya que consideraba la producción en serie una traición a su arte.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial tuvo que cerrar su boutique definitivamente, por lo que se retiró, donó parte de su archivo a la Union Française des Arts du Costume, futuro Musée de la Mode et du Textile, y se dedicó a la jardinería. Sin embargo, Vionnet dejó un valioso legado, no solo por su preciada creatividad en el mundo de la moda, con la técnica del corte al bies, sino con la contribución a la liberación del cuerpo femenino en una época en la que no se concebía destacar las formas naturales, ni brindar comodidad. Además, construyó espacios de trabajo cómodos para las mujeres, porque en su taller sus trabajadores contaban con sillas cómodas, guardería, acceso médico, comedor e incluso vacaciones pagadas, apoyos que en su época no eran obligatorios. Así que, como podemos notar, Madeleine fue un parteaguas de la moda y un ícono de la liberación femenina.
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