El papel femenino en el mundo de la política va en ascenso y cada vez son más las mujeres que tienen en sus manos el deber de sacar adelante a una nación. La senadora norteamericana Kamala Harris es la primera mujer negra de ascendencia india en ser elegida para participar por un importante cargo nacional elecciones en por la presidencia de Estados Unidos.
Joe Biden fue quien eligió y propuso a la senadora de California como su compañera en la contienda. En 2019, Harris ya se había arriesgado al pronunciar su candidatura en el cumpleaños de Martín Luther King. Este hecho conmocionó al país, puesto que fue la primera mujer en atreverse a aspirar al cargo de presidenta del partido Demócrata.
La “fiscala progresista” como ella misma se define, ocupó los cargos de fiscala general de San Francisco (2004 – 2011) y de California (2011-2017). Durante estos periodos respaldó propuestas en pro del bienestar social, como el aumento de salarios a nivel federal y la corrección del sistema de finanzas.
En sus discursos, la candidata ha asegurado que es posible hacer frente al crimen y a las desigualdades del sistema penal. Sus seguidores tienen plena confianza en ella, puesto que conoce el sistema “desde adentro” y sabrá que hacer para reformarlo y guiarlo.
Sin embargo, hay quienes aún desconfían de las las estrategias y posturas de la senadora, puesto que en sus anteriores puestos casi nunca procesó a policías que habían asesinado a civiles, situación que causa frustración en la población debido al reciente caso del asesinato de George Floyd.
Harris ha sido criticada por su controversial papel en la búsqueda de justicia y apelación en casos relacionados con injustas sentencias y resoluciones de la fiscalía, el racismo y el abuso de poder policial. Sus políticas progresistas han dado mucho de qué hablar y han despertado confrontaciones del partido izquierdista.
A pesar de haber tenido gran aceptación en las encuestas, en el 2018 Harris tuvo que declinar a su candidatura por falta de presupuesto y su carrera se fue en declive. Sin embargo, en enero del 2019 volvió a causar impacto y fue de nuevo una de las candidatas favoritas. El éxito de su regreso se debió a que apoyó y tocó problemas como las restricciones estatales al aborto y el racismo.
Pese a su imponente figura en los estrados y en los debates políticos, hay quienes aseguran que la primera mujer negra en estar en el senado después de una década, no cuenta con la preparación suficiente para presentar un discurso coherente debido a que suele estallar ante sus opositores.
Aunque a los observadores políticos les extrañó la alianza entre Biden Harris debido a su anterior rivalidad la campaña primaria, la mancuerna asegura haber dejado atrás las enemistades y tener enfoque en un nuevo plan para el bien social.
Su campaña se ha visto apoyada especialmente por los demócratas que siguen su trayectoria. Cuenta con el apoyo de la población de mujeres que se sienten identificadas con el liderazgo femenino. La comunidad de Alpha Kappa Alpha, de la que formó parte durante su formación universitaria, también juega un gran papel dentro de la contienda puesto que rebasa los 300 mil miembros.
La carrera de esta desafiante mujer ha puesto a temblar a sus contrincantes, quienes creen que a pesar de sus altos números en las encuestas, sus propuestas no son lo suficientemente fuertes.
Fuente: The New York Times